El héroe de Dios

La salvada del ocaso. El héroe del mejor de la historia y el villano público de más de un país que lo sufrió. El 18 de diciembre de 2022, el “Dibu” Martínez decretó su inmortalidad, puesto que, solo muere quien es olvidados y Emiliano jamás será borrado de la historia, ni de la retina del fútbol mundial. Una atajada de otro deporte. El mismo Iker Casillas lo dijo. Martínez no tenía tiempo de pensar. El margen de error era nulo, la distancia inexistente y el momento de actuar instantáneo. Dibu no dudó, no cerró los ojos ni corrió la cara. Acomodó el cuerpo para engañar a su rival, nuevamente utilizó uno de sus juegos mentales. Acto seguido se arrojó al piso para entregar su cuerpo a la causa y ejecutó a la perfección una atajada de Handball en la final de la copa mundial de fútbol. Creo que la admiración que le tengo al Dibu ya quedó bastante clara, sin embargo, quiero darle más noción a quien lea esto del por qué, esta atajada es -y lo escribo sin temor a equivocarme- la mejor atajada de la historia del deporte. El contexto lo es todo. Final del mundo. La última oportunidad de Messi y la primera de muchos jóvenes jugadores. El mejor partido de la historia, por cómo se desarrolló, fue aquel encuentro en Doha. Argentina fue dominante durante ochenta minutos, pero el fútbol no entiende de lógicas y en el final de la prórroga Francia pudo haber arruinado la historia de la “Scaloneta”. Segundos para que termine la prórroga y Otamendi despeja de cabeza, este está siendo su gran mundial. Vuelve hacia atrás para cubrir su puesto, pero lo hace lento ante el bochazo largo de Konaté, erró. Kolo Muani quedó solo, en el borde del área, frente al arco defendido por el uno de Argentina. Ya está, pensé. Los fantasmas de las anteriores copas pasaron por mi cabeza en fracciones de segundos. Afortunadamente, él no lo vio así. Con la punta de su pie izquierdo, el “Dibu” sacó la bocha que “más quemaba” de todas y devolvió el alma al cuerpo a medio mundo. Acto seguido dije nuevamente: “ya está”. Pero no de la misma forma. Ahora, en mi cabeza, éramos campeones. ¿Qué atajada sería capaz de competirle a esta? Sinceramente creo que ninguna. Por importancia, la que más cerca estaría es la de Casillas en la final del mundial 2010 a Robben. Puesto que, gracias a esta atajada, España pudo ganar en la prórroga dicha copa. Sin embargo, la salvada fue al minuto 61 del partido, por lo que las posibilidades de que la “Roja” remonte el partido aun existían. “Veo que la tiran alta y que queda mano a mano el “Dibu”. Yo quedé así, con los ojos como… ¡No! No está pasando. Me quede como que no me entraba aire en el pecho. La pelota que ataja el “Dibu”… es el mundial, es el mundial. Osea 123, es el mundial”. Comentó Nicolás Tagliafico quien fue titular en la final y vivió la jugada desde el banco tras ser reemplazado. Con esta atajada, el Dibu entró en la discusión de quién es el mejor arquero de la historia argentina. Ubaldo Fillol, uno de los contendientes, también tuvo una atajada trascendental en la final del mundial de 1978, esto dijo el “Pato”: "Él estaba viendo que hacía el francés entonces se hizo grande. Algo similar a una atajada mía contra Rob Rensenbrink en la final del Mundial contra Holanda, que también la saqué con el pie". La de Barnes a Pelé en el mundial de 1970 es considerada por expertos como la mejor de la historia. Creo yo que, luego de la del “Dibu”, queda relegada al segundo lugar, ya que, la atajada fue en una fase de grupos donde tanto Inglaterra como Brasil pasaron sin precipitaciones. Aparte, Inglaterra quedó eliminada en cuartos de la copa, por lo que tampoco significó un título para su selección. Todos tienen héroes, influencias o personas a las que aspiran llegar a ser. El 18 de diciembre del año pasado, “Dibu” se convirtió en el superhéroe de un final perfecto para la película que no podría ser mejor contada. El arquero marplatense superó toda barrera de lo comprensible y se convirtió en el salvador de los argentinos y en especial de él. Del mejor de la historia, quien se encontraba disputando, probablemente, su último mundial. A los 122 minutos con 43 segundos de la final del mundo, Emi, se transformó en el Dios del Dios del fútbol.

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